El fuego desvela superficie desconocida de petroglifos en Galicia


Los incendios del pasado octubre en Galicia y Portugal, develaron el mayor descubrimiento de arte rupestre de los últimos tiempos, específicamente en el monte del sur de Pontevedra, nuevos grabados en piedra que abren paso a un “nuevo paradigma”.

La Dirección General de Patrimonio de la Xunta confirma que los nuevos petroglifos ahora descubiertos “no están catalogados y, a priori, parecen importantes”.

El arqueólogo Xosé Lois Vilar, uno de los que los ha analizado junto con otros expertos del Instituto de Estudos Miñoráns (IEM), indica que los petroglifos encontrados, estaban enterrados y solo pudieron ser localizados después de los incendios, siendo catalogados de los mejores, por su tamaño, cantidad, tipología y variedad de figuras representadas.

De acuerdo a los datos suministrados por los arqueólogos, se encuentran en una gran piedra plana inclinada de entre 25 y 30 metros cuadrados (unos 6×5 metros), solo allí están grabados “unos veinte zoomorfos orientados en direcciones divergentes ocupando toda la piedra” junto con otras inscripciones abstractas.

Vilar, que es un gran conocedor de los petroglifos gallegos, describe una figura en la parte alta de la piedra, como “un hombre bien sexuado, a su izquierda un cánido y debajo un équido herido por arma larga, animales de buenísima factura, buena conservación, gran tamaño y en la misma zona del petroglifo grabados usando tres técnicas distintas”, siendo catalogado como el mejor de los encontrados en las dos últimas décadas.

Según los expertos, los zoomorfos son “claramente équidos con la cola espesa, las orejas, la ausencia de cuernas”, lo que los lleva a ratificar “un nuevo paradigma para el arte rupestre gallego y portugués: entre el fondo de la ría de Vigo y el río Lima el animal casi exclusivo, multi representado, no es el ciervo, son los équidos”.

También apuntan que “en esta extensísima área geográfica sólo se conocen diez superficies claras con cérvidos, de ellas sólo una, quizás dos en Portugal, pegadas al Miño (Verdoejo) y más de cien con équidos con el mismo comportamiento que los cérvidos, perseguidos, cazados, simplemente representados en la piedra. Équidos cazados vivos o matados con el hombre como dominador de la naturaleza”.

Esther R.